Stephen Hawking, gracias a la formula para
calcular la entropía de un agujero negro, descubierta por el mismo, deduce
que la gravedad quántica, según sus propias palabras “puede exhibir la
propiedad llamada holografía” de tal forma que
“la información sobre los estados quánticos en una región del
espacio-tiempo puede ser codificada de algún modo en la frontera de dicha
región, que tiene dos dimensiones menos”.
Bien, no nos asustemos, lo que ha querido decir es que en cierto modo la
segunda ley de la termodinámica es verdadera a pesar de que la sola existencia
de los agujeros negros parezca demostrar lo contrario, esto es, para que nos
entendamos, la información que aparentemente es engullida por los agujeros
negros, en realidad no se evapora o desaparece sino que queda grabada en el
borde del horizonte de sucesos, al igual que ocurre con las imágenes
holográficas, la información de la imagen completa se encuentra codificada en
su totalidad en cada uno de los pixeles que la componen. Ciertamente es una
mera especulación, puesto que la gravedad quántica, es actualmente solo una
teoría, si bien tiene eminentes y renombrados defensores como el profesor
Michio Kaku.
El investigador Rajesh Rao para determinar si la todavía
indescifrable escritura del Valle del Indo es realmente una lengua, un
conglomerado de signos sin sentido o quizás algún tipo de simbología heráldica,
ha analizado la entropía de los textos disponibles, un esfuerzo cuyo resultado
es que efectivamente se trata de una lengua, conclusión que aunque a simple
vista puede parecer evidente, presentada así resulta menos intuitiva, mas
científica sin duda.
La entropía sirve para medir el desorden dentro de un
sistema cualquiera y aunque es una cosa de fácil definición pertenece a esa
clase de conceptos tan abstractos que parecen ser completamente inútiles. Sin
embargo es una idea muy práctica que no se limita al mundo de la física, de
hecho es útil en muchos aspectos de la vida, siempre que lo apliquemos a un
sistema cerrado. Por ejemplo se puede decir que desafortunadamente todavía
mucha gente en el fondo, prefiere sistemas políticos de baja entropía sin
percatarse en absoluto de ello. La verdad es que si le dices a alguien que
tiene alta entropía mental, puede que incluso te de las gracias, es una palabra
que suena francamente bien. Algunos usan el término “caos” en lugar de “desorden”
pero aunque sean sinónimos se corre el riesgo de confundirse con la Teoría del Caos que es otra
cosa distinta. No soy un fanático del desorden pero reconozco que el orden estricto
me da repelús, no me gustan las rigideces.
Se atribuye a un físico llamado Clausius esta idea de cuantificar el desorden, si bien parece ser que no fue el primero,
según el cosmólogo Sean Carroll, el autor latino Lucrecius, allá por el año 70
antes de la era actual, especulaba sobre la naturaleza de la entropía, aunque
me jugaría algo a que los pitagóricos ya esbozaron la idea, en cualquier caso
el merito se lo llevó mucho tiempo después Ludwig Boltzmann que fue capaz de darle una forma matematica a la idea.
Baja entropía define un sistema altamente homogéneo o lo que
es lo mismo, un sistema tiene un grado alto de entropía cuando carece de orden,
es decir la aleatoriedad de los elementos que lo componen es muy elevada. Como
se puede ver, los significados de poco, muy, bajo o grande empiezan a
trastabillar y es porque estamos hablando de los dependes y los quizás, algo
cuasi-esotérico según se mire. Lo cierto es que los especialistas desde el
siglo pasado, ante la imposibilidad de poder disponer de medidas precisas, se
han visto en la necesidad de trabajar con meros supuestos, esto es, con
probabilidades.
Una forma de verlo es en términos estadísticos; aquello que
es estadísticamente improbable, lo raro, posee una fuerte entropía, mientras
que lo normal, lo habitual, lo altamente probable tiene escasa entropía. Esto
es interesante porque de alguna manera establece, algo muy difícil de definir a
veces, el concepto de normalidad.
Por otra parte, se tiene la absurda tendencia a pensar que
baja o nula entropía es algo bueno, en la medida en que dentro de la mente de
la mayoría se asocia con facilidad el orden con la virtud, de hecho se suele
decir de alguien que “lleva una vida desordenada” a modo de recriminación. Es
un sofisma y de los peligrosos, ya que se puede abogar en el terreno político
por la dictadura en tanto en cuanto tiene una entropía mas baja que cualquier
democracia, esto es así, sin embargo el holocausto nuclear tiene una entropía
mucho mas baja aun y a todas luces no resulta nada deseable.
La particularidad fundamental de todo esto es que los
sistemas cerrados no existen, siempre
hay un grado de interactividad general por dispersión o contacto en función
del tiempo, me explico, el típico ejemplo del vaso sobre la mesa que cae y se
estrella contra el suelo rompiéndose en mil pedazos. El vaso sobre la mesa tiene escasa entropía y
el que se ha roto tiene una entropía alta, sin embargo el mismo vaso sobre la
mesa, en una sala donde hay niños, tiene
una entropía más elevada que si simplemente no hubiera niños alrededor. Es a lo que se suele llamar pronóstico.
Efectivamente la entropía
trabaja con el tiempo, tanto el atmosférico como el que nos mata y proporciona
datos de cuyo análisis se obtienen predicciones con un grado de probabilidad
definido. Pero si bien esta herramienta
nos permite especular discretamente con el futuro, lo mas asombroso es que por
definición, el pasado ha de ser inmutable o puede que simplemente haya
desaparecido, ambos estados poseen una entropía nula, sin embargo en este
sentido no hay motivo para ser pesimistas.
Sabemos que la luz emplea un número significativo de años en
atravesar el inmenso espacio intergaláctico. Si aceptamos esto, entonces un hipotético
habitante de un posible planeta de algún sistema solar en la galaxia de Andrómeda podría estar ahora mismo recibiendo los
fotones de luz, que nuestro sol emitió
hace dos millones de años, en su telescopio alienígena, los mismos fotones que
iluminaban nuestro planeta por esas fechas y probablemente si su tecnología óptica
se lo permitiera, contemplaría una Tierra ya sin dinosaurios, plagada de mamíferos
gigantes y ningún hombre moderno aun. De
alguna manera, el pasado sigue existiendo. No es ciencia ficción.
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