Ooom..........
El
Dalai Lama ha dicho recientemente que “la felicidad no la da el dinero, sino un
corazón tranquilo”. Paradójicamente el dinero, según tengo entendido, relaja
bastante, se ve que entre conferencias, entrevistas, congresos y demás no tiene
tiempo como para perderlo, por ejemplo, viendo cine, de hecho si hubiera visto
Fast & Furious 5, comprendería que a pesar de todo ese ir de aquí para allá,
no puede competir con la maquina de fabulas, con sus efectos especiales,
impactantes explosiones, vertiginosas carreras de coches y tíos mazas haciéndose
carantoñas verbales y marcando músculo. Ciertamente ahora que se han cargado
Megavideo, al menos yo tampoco tendré tiempo y dinero como para perderlo en
peliculas de esta calaña.
Mientras
escribía esto, un anuncio comercial de la tele me distrajo, no por lo interesante
que fuera sino por lo grotesco. Estaba firmado por Mediaset y curiosamente no anunciaba
nada en particular, venia a decir en otras palabras que nos olvidáramos de las
noticias que reiteradamente han denunciado las prácticas laborales antisociales
y los escándalos financieros de las empresas y que confiáramos en “las marcas”,
no una determinada marca u otra, se trataba sencillamente de autentica
propaganda capitalista sin sesgos ni disfraces y es un síntoma agudo de esta
depresión económica de diseño, que nos han traído las mismas corporaciones
financieras, que para colmo de cinismo se vanaglorian, en el mismo comercial, de
su relevante papel en el entramado social y como no, apelando a las bondades del
cacareado “espíritu competitivo”, ese dogma de fe. Mas tarde, otro anuncio de
Mediaset, insistía en su repugnante campaña, esta vez utilizando las caras de
conocidos famosos debidamente remunerados, supongo. Mercenarios.
Como
iba diciendo, este singular prófugo de la justicia china, sea lo que sea lo que
quiere decir esto, porque no está muy claro que es “justicia” en China aunque
tampoco parece que el Dalai esté muy limitado de movimientos y no digo con esto
que lleve una vida fácil; pues bien este
hombre anda defendiendo por ahí, cosas fundamentales pero absolutamente ajenas
al tiempo que vivimos, en realidad ajenas al tiempo en si mismo, es decir, son de
ese tipo de verdades eternas cuyo conocimiento no acarrea actualmente ningún
éxito social o material de ninguna clase; si bien es cierto que no es
necesario, si se aboga por la fraternidad y
la confianza, la recompensa es intrínseca, aunque no tenga valor
material apreciable, lo tiene en el interior de cada uno, que de hecho, es
donde únicamente tienen valor las cosas, sin embargo, es difícil escapar al
bombardeo de embrujos y espejismos con el que se nos machaca desde que
despertamos hasta la noche, desde el nacimiento hasta la muerte, pura
parafernalia pirotécnica, un espectáculo de derroche, lujo y presunción, para
no dejarnos pensar ni por un momento, hasta hacernos dependientes de los arquetipos
y los pensamientos precocinados del cine y la prensa. Ahora se nos cubre con
toneladas de basura mediática cuyo único propósito es que creamos que la crisis
existe y sobre todo, que no deben pagarla quienes la inventaron.
El budismo es una virguería filosófica que
nuestros espíritus alimentados con testosterona y mala fe no pueden digerir y
un budista nos parece un skinhead con gafas cutres liado en un trapo rojo y calzando
chancletas encima de los calcetines marrones. A mi entender, al margen del
innegable valor y profundidad de la sabiduría del budismo tibetano, este posee
la relevancia que le han dado sus detractores, China es la que ha proyectado al
Dalai Lama fuera de sus fronteras, la sociedad tibetana, en gran medida por su
aislamiento, es bastante hermética y el acceso al área de influencia de los
templos estuvo prohibido para los extranjeros hasta hace relativamente poco
tiempo, el lamaísmo es una organización jerarquizada, ritualista y ceremoniosa
a pesar de la impresión que pueda dar su líder. Como siempre, nada es lo que
parece.
Existen otros budismos, distintas interpretaciones
o adaptaciones, extensiones o ampliaciones, fundamentalmente porque es una de
las habilidades que nos distingue como especie, manipular las cosas, a veces hasta
el punto en que haría falta que alguien nos dijera aquello de “déjalo…si no
está roto, no lo arregles”. Hay una corriente de pensamiento, a nivel de
dirección de empresas que ha visto principios útiles para sus fines en una de
las variantes del budismo, tal vez lo que la ha convertido en una de las más
extendidas.
El
budismo Zen, nace en China no en Japón, como a menudo se piensa, pero es durante
el paso de este ultimo a occidente cuando ha venido fraguándose, a mi manera de
ver, una concepción bastante diferente, mas japonesa que budista, donde el
elegante minimalismo, el sentido practico y el atávico respeto por la autoridad
y la tradición de la idiosincrasia nipona ha suplantado a la sencillez, al
sentido de la insustancialidad y al
nihilismo budista, el resultado es una filosofía adecuada para los intereses de
la clase alta y por tanto apta para el consumo general.
Esta metamorfosis,
en un principio tiene su origen en la propia práctica de la meditación, en el
uso de esta especie de herramienta espiritual de la que no solo es posible
servirse para alcanzar el Satori, el nirvana hindú, sino que también puede ser
usada con intenciones tan oscuras, como las de Lord Sith. La meditación es algo
extraño al pensamiento occidental, nuestra mentalidad apostó hace milenios por
la versión mesiánica de la espiritualidad; si no te importa esperar una
eternidad, es mucho más cómodo que alguien venga y nos salve.
El principio de la meditación es muy sencillo,
se trata de concentrarse en un punto, un objeto, una luz, cualquier cosa y solo
este hecho, es lo primero que nos choca desde nuestra óptica burguesa, no
parece que tenga ninguna utilidad y además es una extenuante manera de perder
el tiempo, porque aunque no lo parezca, es jodido estar sentado un buen rato en
la postura del loto y por otra parte es muy difícil mantener el grado de
concentración necesario mucho tiempo y siempre hay que estar regresando de las
continuas distracciones, de hecho la mayoría abandonamos tras el primer
intento, incluso el propio Dalai Lama ha dicho alguna vez que si existiera una
pastilla que hiciese innecesaria la meditación, el seria el primero en tomarla,
porque reconoce que meditar roba mucho tiempo que podría tener un mejor uso, a
pesar de todo, no hay ningún truco, es pura cuestión de practica o eso dicen
los expertos.
El
nirvana según creo no es ningún paraíso, ni hay huríes ni templo celestial, ni
nada, no tiene que ver con todo esto, que es a lo que realmente estamos
acostumbrados y dudo que pueda ser explicado con palabras pero por lo que he
creído entender viene a ser una especie de éxtasis, durante el cual se tiene una
sensación de plenitud, de “consciencia”,
que es una cosa que nuestras mentes embotadas de materialismo captan con
dificultad. En cualquier caso, este no es el único objetivo de la meditación
como he dicho, puede usarse con fines mucho mas utilitarios y tan variados como
entrar en calor a voluntad, que es una cosa que yo que soy friolero encuentro
muy practica, controlar el ritmo cardiaco, una habilidad que de estar difundida,
ahorraría un montón de dinero y problemas de salud, urdir estrategias de
mercado, preparando mentalmente los movimientos financieros de antemano, como
en el ajedrez, etc.
El positivismo, extraído del resto de
cualidades budistas se radicaliza y el mero “no hay mal que por bien no venga” se
transforma en ley fundamental, actitud que casa muy bien con el nivel de
conformismo necesario para conservar el trabajo hoy día. De hecho hay una cínica
máxima capitalista que afirma que “cuando te despiden, en realidad, te están
dando la oportunidad de encontrar un trabajo mejor”, una muestra clara de esta
clase de “positivismo”. En resumen debemos
elevar la consecución de beneficios al status de divinidad, de lo que resulta
una sofisticada forma de esclavitud solapada; debemos ser los nuevos Jobs de la
nueva mística materialista. Sin embargo es cierto que existe más comunicación, una
cierta transversalidad que no es el crudo autoritarismo cerril al que estamos
acostumbrados, las formas también son importantes.
Durante
los años treinta y cuarenta del siglo pasado, años muy duros para la mayoría, figuras
tan relevantes de la política como el presidente americano Roosevelt se atrevieron a denunciar las practicas
financieras de las grandes empresas norteamericanas, llegando a amenazarlas y acusarlas
públicamente de traición nada menos, sin embargo años después las corporaciones
consiguieron una sustanciosa indemnización a cargo de los fondos públicos por
los perjuicios económicos de la guerra (?) y hoy en día Ford sigue siendo un
referente de prosperidad y no un escritor
antisemita condecorado por el propio Hitler. Es por esto que en la
actualidad, los profesionales de la política, aquellos que supuestamente iban a
ser los garantes de la democracia, se alinean perfectamente con los intereses
del capital, se puede decir que han aprendido la lección: la verdad puede ser
muy elástica y maleable por lo que no es indispensable ser honesto para tener
éxito. Es de esto básicamente, de lo que van películas como Fast & Furious
5, lo que subyace por increíble que parezca es que todo vale mientras no te
pillen. Según tengo entendido el Dalai Lama ve poco cine y se acuesta a las
nueve de la noche, pero eso si, le entusiasman los coches, de manera que es
posible que haya visto la película, en cuyo caso me gustaría saber que opina,
aunque puedo hacerme una idea.
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