A menudo solo vemos lo que nos parece y ahora nos parece que
Israel está abusando de su poder, no es que sea una mera apariencia, la mayoría
creemos que la violencia y la fuerza con que Israel está devolviendo los golpes
es sin duda, desmesurada, tanto que la propaganda que hacen del IRON DOME da
risa. Pero no vivimos allí, solo vemos lo que nos cuentan unos y otros, lo que
dicen los informes, las cifras y los escabrosos detalles en la prensa gráfica. Sin
embargo, indagando un poco en la historia, no es imposible hacerse una idea.
Lo malo del conflicto árabe-israelí es que los árabes de la
zona han llegado a creer que son palestinos y los judíos que son israelíes,
cuando en realidad una enorme mayoría de ambos grupos humanos son descendientes
de inmigrantes. Otro tema es el uso que hace Estados Unidos, de Israel y el
mundo árabe de “Palestina”. Antes de los años veinte, la mayor parte de la
región había estado durante siglos prácticamente abandonada, viajeros e
historiadores lo atestiguan, el volumen de población árabe solo se disparó a
partir de la llegada de los judíos, tras la primera y durante la segunda guerra
mundial. Palestina como territorio independiente no ha existido nunca, cuando
ocasionalmente la región fue denominada de esa forma, siempre estuvo bajo la ocupación,
de los romanos (tras aplastar todas las rebeliones judías) en un principio,
luego de los árabes (como distrito militar y solo una “subprovincia” del
Califato árabe según la Wikipedia) y de los ingleses más recientemente, por
encargo de la Sociedad de Naciones con el propósito de crear un “hogar nacional
judío”. Por otra parte los “Palestinos” originales eran en realidad europeos de
la órbita del Egeo, los “Philistim” de la Biblia, los filisteos de las
invasiones de los “Pueblos del mar” datadas en el 1200 BC, cuando ya los
israelitas de Moisés hacía más de doscientos años que se habían establecido
allí. Palestina es una ficción, no así las víctimas del conflicto, aunque sean
sobretodo, árabes. Israel por el contrario es una realidad, es un estado
plenamente funcional (desde la óptica más generalizada) bien financiado y mejor
protegido militarmente. Esto, entre otras cosas, ha favorecido enormemente que
la población judía crea que ese país es realmente su país, que es además una cosa
por la que han llorado desde siempre: desde la deportación babilónica no
volvieron a tener un territorio al que llamar suyo, hasta el año 1948, cuando
se declararon como estado independiente, lo que conllevó la guerra con el mundo
árabe. Desde entonces los gobernantes judíos, mejores y peores, han edificado,
asfaltado, creado infraestructuras y puesto en valor enormes áreas de puro
desierto, a pesar de las guerras, los boicots, y los atentados suicidas.
Los dirigentes “palestinos” por el contrario solo viven para ver el momento en que todos los territorios “palestinos” dejen de ser territorios ocupados, lo que quiere decir en la práctica, echar a los judíos de oriente medio. No parece que estos “dirigentes” se hayan preocupado de poner en valor absolutamente nada, de proporcionar medios de vida a su población, a la que al parecer usan a su antojo como escudos humanos. La única ética que se enseña tanto en televisión como en las escuelas (lo cual es sin duda más grave) árabes de la zona es la del odio y donde entre las manualidades que practican los niños se encuentra la de montar una AK-47, según he podido ver en YouTube. Apenas nada de la ayuda de los inmensamente ricos países árabes, llega a la población, nadie sabe qué pasa con la mayor parte del dinero. Sectores del mundo árabe al no disponer de la cobertura mediática e industrial del entramado armamentístico americano-israelí, han creado un ejército fantasma de zombis verdinegros que aparecen y desaparecen aquí y allá con el que pretende erróneamente impresionar al resto del mundo y hacer frente a la arrogancia de los auténticos profesionales del terror. Dada la falta de perspicacia de los dirigentes palestinos o la obediencia a intereses ajenos a los de la población, la ONU pretende poner fin al conflicto creando dos estados palestinos separados (y difícilmente comunicables), en virtud de la diferencia de opiniones entre los gobiernos de cada uno de ellos, el resultado es que mientras los unos observan abrumados la proliferación de asentamientos judíos dentro de su territorio, los otros están dispuestos a sacrificar a su población solo para influir en la opinión pública. Lamentablemente, los habitantes de Gaza al parecer han llegado a creer que esto puede ser una forma de vida.
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