martes, enero 28, 2014

12.000 BC



Gobekli  Tepe, actualmente excavado por el arqueologo Klaus Schmidt, tiene catorce mil años, justo al comienzo del Holoceno al final de la ultima edad de hielo del Cuaternario. Por entonces  se había abierto un pasadizo entre los hielos perpetuos de Alaska que permitió pasar a Norteamerica  a grandes manadas de animales, tras los cuales iban tribus euro-asiaticas que acabaron con la población indígena, al parecer de origen africano (otros dicen que australiano) según creen algunos antropólogos , gente que habría llegado allí navegando, miles de años antes. 




El escenario general  dominante es el del deshielo con la consiguiente subida del nivel del mar y en las proximidades del ecuador por el contrario el inicio de la desertización de amplias áreas geográficas que restringieron la movilidad a las franjas fluviales o las riberas de los lagos y por supuesto las costas. Gobekli Tepe se halla al borde del valle de Harran, en pleno centro del llamado creciente o media luna fértil, un área encerrada entre desiertos,  el mar y zonas montañosas.  Aunque sus constructores aparentemente se negaban obstinadamente a aceptarlo, desde muy pronto los pueblos vecinos dentro de los límites del creciente fértil comenzaron a adoptar la ganadería nómada como nueva forma de vida,  poco más tarde el cambio se haría más radical con el inicio y posterior desarrollo de la agricultura, allá por el 10000 BC. Resulta sorprendente el hecho de que fuera edificado sobre una colina, aunque entre las tribus cananeas mencionadas en la Biblia era habitual realizar rituales de culto en los lugares altos, como refleja el episodio del sacrificio que se le exige a Abraham.

Este complejo monumental debió ser obra de los clanes y los aldeanos de las tribus en un radio de pocos cientos de kilómetros a la redonda. El hecho de que enterraran cada vez el recinto no debe considerarse ningún misterio, no era un lugar de habitación sino de reunión y veneración,  allí no quedaba nadie cuando abandonaban el lugar hasta la próxima ocasión, así que  lo enterraban todo con el más que probable fin de preservarlo, no fueran a encontrar mancillado luego el sagrado lugar todo lleno de sacrílegas cagarrutas, porque a algún pastor se le ocurriera guardar el ganado dentro, eso en el mejor de los casos, la gente se movía mucho y el concepto de territorio privado o particular no estaba bien visto. Cabe suponer que en un principio durante un tiempo, se desenterrara la estructura con ánimo de ir mejorando o ampliando la instalación, para volverla a enterrar después, aunque parece obvio que al final decidieron construir una nueva sobre el anterior, de dimensiones cada vez más reducidas, hasta que solo quedó una colina artificial.



En un par de miles de años la forma de entender la vida de los cazadores-recolectores de Gobekli Tepe se vio literalmente rodeada por la revolución neolítica y sus milenarias costumbres se fueron diluyendo a la par que la gente se mezclaba con los granjeros, los antiguos lugares de culto fueron abandonándose  poco a poco, hasta que al final el número de peregrinos bajó tanto que ya nunca más volvió a edificarse en aquel lugar como hasta entonces, sobre el templo sepultado anterior, ningún otro templo.  Es posible rastrear los restos de aquella cultura, tres o cuatro mil años más tarde,  en el suroeste de la península anatolica, en Çatal Hoyuk , Alan Hoyuk  y otros lugares donde se conservó el gusto por ataviarse con pieles de leopardo , el omnipresente culto al toro, incluso la veneración de las cabezas de los antepasados y los rituales funerarios que implicaban al parecer a animales carroñeros como los buitres en el papel de comensales invitados, parece ser que por aquello que de esa forma los antepasados  pueden verdaderamente subir  a los cielos aunque sea en la barriga de un buitre, una costumbre que lejos de ser rara,  todavía se practica en algunas partes del Tíbet y otros lugares, podemos ver en  algunos westerns como  los indios americanos exponían sus muertos a las aves sobre una camilla elevada.



Actualmente el enigma no es la existencia  de una cultura sin cerámica, pre-agrícola  en época temprana, se tiende a ningunear la industria paleolítica del cuero, la piedra y la madera que permitió a los seres humanos sobrevivir a la edad de hielo, el verdadero misterio se encuentra encerrado en la simbología representada en los extraños pilares en forma de T relativamente sofisticados para la tecnología de aquel momento.  Particularmente llamativas son las dos T antropomorfas centrales, bastante más grandes que las que las rodean.  A pesar de la extrema estilización no parecen representar  a la pareja primordial,  tal vez algo aún más abstracto, aunque parece haber cierto consenso entre los especialistas, en que se trata de personas, es decir hombres, por los taparrabos de piel, aunque pueden ser dioses (Shumuqan o Shakkan, dios de las bestias mesopotamico).  Tambien es curioso el adorno del cinturón, una H entre paréntesis que debe tener algún significado ya que esta H se repite aquí y allá, unas veces tumbada, otras,  vertical.




En alguna de las vigas T se representan lo que parecen curiosas escenas de caza con red, o más bien el concepto “cazar con red”.



En otras la interpretación es más difícil:



Es sin duda un jeroglífico, es decir no son solo representaciones de animales agrupados al azar, tal vez el buitre y el sol sean una referencia al cielo o a la luz. Las 3 vasijas con asa de la perta superior, recuerdan a la cubeta que se ve en algunas representaciones mesopotamicas y tambien en la cultura olmeca, sin embargo el pequeño animalito a la derecha de cada asa complica el sentido.



Por el año 8000 BC, Gobekli  Tepe es enterrado definitivamente, justo cuando en el extremo occidental del creciente fértil, se erigen la torre y la robusta muralla de Jericó, una ciudad que llegaría a tener dos mil habitantes.  Fue destruida repetidas veces, diferentes grupos humanos lucharon frecuentemente por hacer prevalecer su modo de vida. Luego a lo largo de casi dos mil años, en dirección de norte a sur de la franja de tierra entre el Tigris y el Éufrates  se fueron gestando proto-ciudades junto a las principales rutas comerciales u otros lugares estratégicos, es cuando por fin aparece la cerámica, aparentemente  tarde, puesto que se han hallado fragmentos de cerámica en Japón mucho más antiguos.

Recientemente se discute la posibilidad de que el Mar Mediterraneo desbordara el Bósforo por aquellas fechas y llenara la cuenca del Mar Negro, hasta entonces un lago de agua dulce de menor tamaño. Un evento de gran magnitud que aún no se sabe de qué forma pudo afectar al medio y las gentes de la zona.



Sobre el 6000 BC aparece el metal fundido, aunque no llegaría a generalizarse hasta un poco más tarde, cuando mejoraron los medios de transporte tras el descubrimiento de la rueda, la alfarería de esta época posee una decoración muy elaborada, destaca  la del estilo Tell Hassuna  o Hassuna -Samarra y más tarde la del estilo Tell Halaf, hasta que alrededor del 5500 BC un nuevo tipo de cerámica menos decorada y más basta  aunque realizada  a torno, reemplaza a las anteriores , expandiéndose vertiginosamente desde  Eridú hacia el norte,  se la conoce como la cultura de El Obeid. 

Existe una enorme reticencia entre los expertos a la hora  identificar la filiación de esta cultura, es un asunto muy debatido, se objeta pudo tratarse de una invasión agresiva alegando la destrucción hallada en el nivel IV de Tell Arpachiya , se aduce que existe una ruptura en el estilo a partir del nivel XIV de Uruk en adelante, se especula sobre el origen de los topónimos.  Lo cierto es que El Obeid refleja  ese tipo de fenómenos que se derivan de una serie de rápidos cambios cualitativos en el modo de relacionarnos con el entorno,  como los que se han  venido sucediendo recientemente desde la  revolución industrial.  No es que no sucediera nada de relevancia  en la época de Gobekli Tepe,  simplemente no tenemos constancia de casi nada, aunque al menos podemos quizá decir que su ocaso representa el principio del fin de nuestra dependencia  de la naturaleza, hasta que una nueva edad de hielo nos haga bajar de las nubes.

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