Tenemos unos políticos torpes y la gente elige torpemente entre un mediocre
espectro de posibilidades ampliamente dominado por los oportunistas. Pero da
igual, ahora el mundo está subordinado a
las corporaciones financieras que ganan un millón por hora sin crear un solo
puesto de trabajo y sin necesidad de producir nada en absoluto. Solo gracias a
esa monstruosa fábrica en que se está convirtiendo toda Asia, se pueden cubrir
las necesidades de productos que antes se fabricaban en un occidente cada vez más
desindustrializado. Pero da igual, a nadie le preocupa que en China se hayan
visto redes sobre algunas calles donde hay edificios de oficinas para disuadir
de saltar por las ventanas a la gente. Que no pare la música, el espectáculo
debe continuar. Mientras, el proyecto
estrella de la comunidad europea, el primer reactor de fusión, lo está
construyendo una subcontrata coreana a pesar de las aterradoras cifras de
desempleo.
El nuevo mundo emergente y el que viejo que agoniza reverberan
en triste sintonía. Se están perpetuando las malas maneras y renovando antiguos
oficios como el de los inestimables chivatos de cualquier dictadura que se
precie, ahora con esa aura brillante y digital que proporciona internet. Todos podemos ser Smith en este universo al
estilo Matrix y con una simple llamada
denunciar las actividades que no nos gusten de vecinos y compañeros de trabajo
a empresas privadas que venden esta información a nuestros estimados empresarios y gobernantes. Nuestra
seguridad, nuestra intimidad se privatiza de esta manera y a riesgo de que la
paranoia se dispare debemos procurar no caerle mal a nadie.
Aun no hay politicos
ardiendo en ninguna pira funeraria como profetizaba “Twenty first century of schizoid man” de King
Crimson. Ejercicios de soberanía ciudadana como el de Islandia deberían ser un
ejemplo para el mundo y el área mediterránea en concreto, pero no está siendo
así, en lugar de meter banqueros en la cárcel, nuestros gobiernos entregan
hasta nuestras pensiones de jubilación y en lugar de forzar la dimisión del
gobierno para convocar nuevas elecciones, dejamos el futuro de nuestros hijos
en manos de las compañías financieras. Algo
no estamos haciendo bien, pero algo que no hacemos, ni bien ni mal, es pensar,
solo nos dejamos llevar, dando por perdida la batalla de antemano. Lorazepam
para todos, invita la industria farmacéutica. Me pregunto si de manera
individual, cada uno de nosotros deberíamos hacer un esfuerzo en pos de la coherencia,
llevar a la práctica nuestros
pensamientos en la medida de nuestras posibilidades, hacer aquello que consideramos
correcto sin esperar a que lo hagan los demás, dejar de esperar que la sociedad
se movilice, pero me temo que en medio de tanto despropósito y falta de escrúpulo,
solo el hecho de pensar por uno mismo, ya parece demasiado radical como para
exigirnos además actuar coherentemente, tal vez deberíamos volvernos todos
locos de una vez por todas, que se yo, hacer algo para salir del estado de parálisis
en la que la población entera de este país
se encuentra. Lo cierto es que descubrir la verdad, percatarnos de que hemos
sido y todavía estamos siendo estafados, lejos de hacernos despertar y
despabilarnos, nos ha inducido un coma profundo, un letargo entre la estupefacción
y la náusea del que parece que no vayamos a salir, con o sin rescate financiero. A lo mejor nos
hacen falta un par de tortas, pero mejor no quiero ni pensar lo que esto puede significar.
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