Resulta curioso de que manera el lenguaje, como todo código, encripta conceptos complejos que en algunos casos pueden ser intuidos aun transcurridos miles de años y aunque tampoco es difícil caer en la pura especulación, siempre representa un valioso ejercicio de imaginación. En el lenguaje pictográfico del idioma sumerio presargonico del III milenio, (ya sé, suena muy pedante…) podemos posiblemente ver algunos ejemplos.
Por cuestiones puramente técnicas, durante el tercer milenio, el pictograma vertical se orienta horizontalmente; probablemente la generalización del método obligaba a que se adoptara una tipografía Standard que las escuelas difundieron durante generaciones. Ya podemos hacer conjeturas:
En algunos casos, durante el proceso el sentido original se pierde para darnos una inesperada fuente de información acerca de las costumbres humanas, hace varios milenios. En el caso de la palabra “cordero” el pictograma cambia radicalmente de forma, integrando dos conceptos concretos, la palabra “recipiente” y la palabra “inspector, encargado”, enmarcando el segundo dentro del primero. Yo me quedo con la teoría de que al afianzarse la influencia de las ciudades en el entorno rural, debió establecerse algún tipo de vínculo entre los productores de ganado y el templo de tal suerte que los corderos, no las ovejas propiamente dichas, habían pasado a “estar reservados para el inspector”, es decir para templo.
Tal vez con la excusa de algún ritual aprovechaban para seleccionar los mas gordos, o quizás no. En cualquier caso se sabe que por aquel entonces, si se tenia noticia del nacimiento de un animal deforme, con varias cabezas, o lo que fuera, debía comunicarse inmediatamente al templo donde era convenientemente registrado el hecho, datándolo y documentándolo con detalle; los sumerios llegaron a ser unos burócratas empedernidos que tenían fe en que este tipo de eventos estaba intrínsecamente relacionado con la suerte de los poderosos y por tanto de las naciones. Además, al igual que otros pueblos contemporáneos gustaban de hurgar en las tripas de determinados ejemplares estrictamente escogidos, ávidos por encontrar en ellas con tan repugnante menester, ya sabéis, señales, augurios, en fin este tipo de memeces.
Bibliograf.: "Investigacion sobre la lengua y la escritura sumeria del periodo presargonico de Lagash III milenio a.C." Mercedes Torrecilla 2004
"La Antigua Mesopotamia" A.Leo Oppenheim 1964
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