En el espacio, la prioridad de lo inanimado al parecer es la inercia, desplazarse sin más, independientemente de que exista la vida o no, sin embargo ¿de que sirve toda esta desmesurada cantidad de polvo, gas y fuego inconsciente, ciego y mudo? Este, es pues un universo sensible porque la vida lo dota de percepción, seguramente no por puro placer contemplativo. La vida es un evento muy escaso, volumetricamente (sic) despreciable, al menos en este universo, tal vez haya otro en otra dimensión que se encuentre abarrotado, pero este no es el caso, un abrumador vacío transforma las gigantescas galaxias en rutilantes puntos dispersos.
En el planeta, la eterna actividad geológica condiciona la existencia, la vida se sustenta de lo inerte, adaptándose a las vicisitudes y a los cambios naturales, aunque la propia actividad vital también genera cambios, los agentes biológicos, de manera paulatina a lo largo de millones de años, modifican la composición y la estructura de lo que consideramos inorgánico, de modo que ambos sistemas, el orgánico y el inorgánico interactúan, no existe división.
El celebre investigador Stephen Hawking ha barajado la posibilidad de que las sagradas leyes de la termodinámica (esto de la energía no se destruye y tal) no sean tan sagradas, puesto que los insaciables agujeros negros, no cesan de engullir ingentes cantidades de materia que literalmente desaparece; solo la teoría de los múltiples universos, permite la subsistencia de tan relevantes leyes de la física. Para salvarlas, Hawking propone que toda la materia succionada a través de la singularidad, desemboca en algún otro universo donde puede no haber agujeros negros.
La Vía Láctea, nuestra galaxia, al igual que las demás, posee un agujero negro en el centro. Una particularidad de este fenómeno estelar es que en el horizonte de sucesos el tiempo se ralentiza hasta detenerse, allí la gravedad (algo que realmente aun no se sabe que es y se busca arduamente una partícula que la justifique) es tan monstruosa que los investigadores suponen que todo lo que entra en su ámbito de acción se estira como producto de la tensión antes de adentrarse en el interior de la singularidad. Acostumbramos a ver el tiempo como si de un material rígido se tratara, absoluto y preciso, pero tanto a escala relativista como a escala quántica, resulta ser sorprendentemente maleable, relativo e incierto, para colmo de perplejidad, a pesar de que sin tiempo no hay espacio y es la Nada, sin embargo la Nada, el vacío, existe y tiene una densidad aunque no lo notemos, el antiguo concepto del Éter, remasterizado ahora como el hiperespacio, resucitado sin querer por Einstein cuando invocó la constante cosmológica, también es Algo. Los investigadores han demostrado que las partículas de Nada poseen un valor energético a nivel quántico. La suma de toda la energía del vacío (conocida por la serie de televisión Stargate como energía de punto cero) sería la responsable en más de un 75% del continuo incremento del ritmo de expansión del universo, en forma de lo que se conoce como energía oscura, es decir invisible, como invisible es también la materia oscura, que representa más del noventa por ciento de toda la materia existente y los mismos agujeros negros permanecen ocultos por gigantescos que sean los ojos de los astrónomos, demasiadas cosas invisibles y sin embargo seguimos queriendo ver el universo con nuestros ojos humanos. Cabe esperar que antes de la extinción seamos capaces de crear instrumentos mas adecuados para discernir que hay detrás todas estas barreras invisibles que flanquean nuestra existencia.
Por otra parte eminentes biólogos consideran que existe una suerte de inteligencia que impregna el funcionamiento intrínseco de las células, que constantemente ejecutan con precisión quirúrgica la construcción de elaboradas cadenas de aminoácidos, de las neuronas de nuestro cerebro que barajan los iones de potasio y de cloro (que por su tamaño, son elementos quánticos) con habilidad de tahúr, por cierto, nuestro cerebro no es una computadora, como mucha gente cree, es mucho mas que un centro de domótica aplicada, su tecnología es tan avanzada que aun es un misterio en gran medida. Tal vez en realidad seamos un sofisticado instrumento diseñado por el propio universo para percibirse a si mismo, así de alguna forma seriamos la consciencia del cosmos, no solo nosotros, los seres humanos, sino hasta el mas diminuto bichejo dotado de alguna sensibilidad y aunque el argumento es pura especulación, proporciona una relevancia extraordinaria a la vida frente a la aparente futilidad de la existencia. Curiosamente el concepto no es nuevo, el simbólico binomio Amun-Ra de los antiguos egipcios explica como Amun “el oculto” (el Éter o el Todo), “desdoblándose” da lugar a Rá (la vida) como la propia conciencia de Amun. Quien lo iba a decir.
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