martes, mayo 20, 2014

Demonios de ayer y hoy (I)

Durante miles de años las personas creyeron en la existencia del mal, personificado pronto de distintas maneras en una variedad de tipos de demonios  y un completo repertorio de quimeras ávidas de carne y sangre humanas.

El Neo Romanticismo literario consiguió exorcizar,  junto con el cine poco después,  el miedo de las gentes a los fantasmas y a lo sobrenatural,  vacunándonos de espantos  hasta el punto en que los vampiros y los hombres lobo de hoy  ya no son más aquellas  monstruosas  criaturas terroríficas originales sino tipos guapos y malotes de los que ponen a las adolescentes. Desde hace tiempo  se nos ha estado exponiendo a  dosis  controladas  de terror  alienígena  y fenómenos interestelares,  por lo que también podemos  considerarnos curados de esto,  pero no quiero imaginar para que quieren que le perdamos el respeto a la violencia.

La voz sumeria AB.ZU, (acadio Apsu) bien puede ser el origen de la griega Abyssos, el abismo bajo el cual se encontraba el ARALI, el mundo de los muertos, el primer infierno del que tenemos constancia , similar al Hades  griego primitivo o el Seol  judío, un lugar donde todo languidece entre el polvo y las sombras. En la tradición sumeria,  los muertos disfrutaban de un régimen alimenticio distinto en función del volumen de ofrendas presentadas por los familiares y allegados vivos, de tal manera que aquellos difuntos  que tenían  familiares vivos ricos, comían esplendida y regularmente, mientras que si los familiares vivos eran pobres tal vez comieran solo de vez en cuando,  pero en definitiva, como ocurre siempre,  al final cuando no hay parientes vivos ni ricos ni pobres , la inmensa mayoría de los habitantes del inframundo se alimentaban  únicamente de tierra, no como en la actualidad en la que, como todos sabemos,  los muertos son herbívoros.

 Más adelante, durante el periodo babilónico y en lo sucesivo  el  mundo sin retorno se llenó de dioses olvidados y sobre todo de demonios  que paradójicamente andaban escapándose  constantemente para  martirio de los humanos. Pazuzu el demonio que hizo su debut cinematográfico en la peli “La profecía”  era en realidad un demonio aparentemente benigno puesto que era el encargado de conducir al terrible demonio femenino  Lamashtu  de vuelta al mundo subterráneo cada vez que se fugaba para, su especialidad, merendarse los  bebés de unas madres que para prevenirse invocaban a la Lama o Lamassu, una criatura femenina del dios ENKI, especie de ángel de la guarda que era la contrapartida divina de la demonesa. 

-- Pazuzu sostiene la placa donde se representa la Lamashtu sobre el burro (su símbolo) en un barco que cruza el abzu en dirección a IRIGAL (la gran ciudad), es decir Arali, el inframundo.--

 En el bronce cabe destacar entre otras cosas, como un cerdo y un perro maman de los pechos de la diablesa, una quimera en realidad, cuya presencia puede quizás justificarse por los eventuales ataques a niños en las granjas por parte de estos animales, accidentes que por negligencia u otro motivo pudieran haber sido frecuentes y podían haber sido interpretados como obra de la Lamashtu.  En muchos casos, lo inexplicable se achacaba a “la mano de un etemmu” o “la mano del demonio tal” o incluso “la mano del dios (o la diosa)  X”.

Enterrar a los muertos era de la máxima importancia en la antigüedad mesopotámica más porque los temían que por respeto, sin embargo les repugnaba  la incineración que  era considerada como un castigo y una maldición.  Es posible que la exposición a los buitres  u otros animales carroñeros continuase practicándose dada la escasez de inhumaciones halladas, pero morir en el desierto, en soledad , tenía una connotación fuertemente negativa y se creía que un tipo especialmente castigador de demonio incorpóreo  y errante, era aquello en lo que se convertían los desgraciados que se extraviaban .


Para los sumerios, al parecer, los muertos eran poco menos que demonios,  como queda manifiesto por la similitud de las palabras que significan muerto y demonio, GIDIN o GEDIM y UDUG (etemmu y utukku en acadio) :


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