A media tarde, tomando café, habíamos estado discutiendo sobre la reciente reforma laboral, mi interlocutor, un pequeño empresario y yo que principalmente quería entender que relación existe entre el abaratamiento del despido y la creación de empleo, un sofisma donde los haya. El se limitó a exponer sus razones que en definitiva eran los intereses de un pequeño burgués cualquiera, quiero decir que al fin y al cabo tan solo era el dueño de una subcontrata de una contrata de una poderosa empresa y yo no podía decirle a las claras que a mi modo de ver, representaba el instrumento ejecutor del que disponen las empresas para sortear los requisitos en materia de seguridad e higiene, desarmando de esta forma a los sindicatos y precarizando en general las condiciones laborales de los curritos. En un momento dado la mujer de este individuo con animo de cambiar de tema o quizás empujada por el aburrimiento, propuso tomar una copa mientras jugábamos al parchis, cosa que apoyó de inmediato la mía fingiendo un entusiasmo que en realidad respondía probablemente al mismo impulso que el de aquella. Estábamos tratando sobre las hipotéticas bondades de la competitividad, otro insondable enigma empresarial que el parecía comprender a la perfección, cuando se interrumpió la conversación, de pronto se me ocurrió que podía sacar algún partido de aquel juego, claramente competitivo y me dispuse a realizar un experimento.
No dije nada a nadie y me limité a jugar, pero en seguida se dieron cuenta de la estrategia, era demasiado evidente, mientras ellos se perseguían con saña unos a otros, fingiendo ferocidad caníbal, cosa que en realidad es la “gracia” del juego, yo pasaba entre ellos como de puntillas, sin comerme la ficha de nadie, lo cual originó un pequeño debate sobre la legalidad de mi política de no agresión, fugaz por que en seguida creyeron ver la ventaja.
No tengo ni idea de que valor puede tener el experimento como prueba, es posible que ninguno, como uno de esos milagros de fe que en el fondo son solo una sarta de casualidades, el caso es que gané la partida, sin embargo no pude evitar que el pacharan me pareciera mas refrescante y aromático que de costumbre.
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