Hoy dia los fans de los dictadores, de los torturadores y los asesinos, que los tienen, estan preocupados por su futuro, por eso interponen querellas contra aquellos jueces que persiguen sus crímenes en abierta lucha contra la impunidad, una quimera ajena al estado de derecho según parece, aunque aun está por ver en que queda la cosa, resulta evidente que los partidarios de la mano dura no quieren que se trate con dureza a los genocidas.
Curiosamente, los dictadores siempre han interpretado el mismo papel, el de protectores de este ruinoso sistema financiero, técnicamente basado en el amiguismo, que nos ha traído la llamada “crisis” y que en realidad solo está resultando ser la injustificable succión de fondos públicos por parte del insaciable sector económico privado. Pensar que ambos fenómenos tengan algún tipo de relación sería algo paranoide, como intentar vincularlo al reciente activismo político de la Iglesia o al lamentable auge de la xenofobia.
Pensar que la dictadura tiene algún futuro en el presente orden de cosas, en el que se dan alegremente soluciones militares a problemas como el de la piratería marítima o el de Afganistán, inmersos como estamos en un sistema con una conciencia sindical que tolera contratos de veinte minutos ¿Quién la necesita?, es algo sin ningún sentido, sin embargo si se continúa exprimiendo la situación actual, no podemos predecir que ocurrirá cuando nuevamente los seres humanos alcancemos las mas altas cotas de la miseria.
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