image: markpowerblog.com/2008/Acojonante lo de los piratas somalis, secuestrando petroleros, que locos.
La mayoría de la gente desconocemos que es lo que está pasando en África, en realidad somos incapaces de imaginarlo a pesar de los telediarios y algún documental ampliamente ignorado. No nos interesa, lo que sea que esté ocurriendo, sucede demasiado lejos y sin embargo, a pesar de nuestra ceguera emocional, a las orillas de nuestras costas arriban cadáveres, no solo pateras.
Durante siglos, occidente ha desbaratado el entramado social y cultural africano, primero con el esclavismo, luego la religión y mas tarde en el siglo XIX, el imperialismo colonial, otra vez la religión y de nuevo la esclavitud. África es un continente abandonado a su suerte, dividido por fronteras tiradas a regla y cartabón hace más de un siglo por la burguesía industrial europea, según los acuerdos de Berlín en 1884. Solo han pasado 33 años desde que acabó la descolonización que comenzó en 1955 y paradójicamente nos desentendemos del problema como si la cosa no fuera con nosotros.
La cuna de la humanidad, es hoy por hoy la tumba de cualquiera de los derechos humanos fundamentales; un cuadro de violencia, hambrunas crónicas y enfermedades sin cuento, conforman la realidad del continente que nos vio nacer, exceptuando algunas metropolis donde aun subsisten los intereses comerciales del mundo desarrollado, que solo acentuan el abrumador desequilibrio entre sus gentes. Para colmo el cambio climático esta secando los principales lagos, que corren peligro de desaparecer en cuestión de décadas, lo que no ayudará a mejorar la situación. A los europeos de a pié siempre se nos vendió la imagen del África misteriosa y exótica, peligrosa y sensual, la de las pelis de Tarzán, donde el hombre blanco, el opresor, era un pobre huérfano, cubierto apenas con un taparrabos, perdido en una inmensa tierra brutal, incivilizada, pagana y que a pesar de todo ello, se hacia respetar por hombres y animales en virtud de una inestimable agilidad y fuerza, además de una poderosa garganta de exhuberantes matices. Puro recochineo porque mientras tanto los civilizadores cañones y fusiles occidentales, procuraban masacrar a tribus como las de los zulúes que se resistían a perder su independencia, allanando el terreno para la voracidad y la especulación de los traficantes y el clero.
Ahora ya no hay necesidad de matarlos, ya se encargan ellos mismos, solo tenemos que venderles las armas, allí la verdadera naturaleza de la guerra se manifiesta en toda su pureza: una inversión de la que alguien espera sacar beneficios, un negocio como otro cualquiera, un invento comercial como las navidades o el día de San Valentín. Ahora un puñado de somalíes han vuelto sus armas contra los intereses comerciales del mundo desarrollado en vez de contra ellos mismos, después de todo tal vez no estén locos, solo desesperados.
(entrevista a Mbuyi Kabunda Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Basilea y miembro del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid.)
(La historia de Europa es una historia incompleta.)
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