Del griego ἱεραρχία, combina dos palabras ἱερός (hieros) y
άρχός (archos) que se traducen como “sagrado” y “mando, gobierno”
respectivamente, en referencia a un caduco orden teocrático que santificaba a
los mandones a fin de que pareciera normal que dieran órdenes. El termino han continuado en uso cambiando de
manos de los sacerdotes a la nobleza y de estos a la sociedad burguesa, sin que
se haya desvirtuado el autentico y definitivo sentido de su función: “que otro
muerda el polvo” como el titulo de la canción de Queen. Las jerarquías son un
fenómeno del periodo geológico actual que no es el Holoceno sino el Cabronifero,
como dice Mario Coll en su dislexico “Dicciomario”.
Efectivamente, perdida la cobertura que proporcionaban los
abstractos conceptos religiosos o los arcaicos linajes, los burgueses hemos
inventado sistemas operacionales, liturgias para justificar el uso de la
imposición, la madre de todas las desigualdades. El άρχός (archos) a secas, se usaba en Grecia comúnmente como “jefe”,
en Roma se decía “caput”, es decir, cabeza,
de donde paso al francés como chief y de ahí a jefe. Hay jefes de muchas clases, pero todos son
jefes. Para mí, que soy afortunado, un jefe es solo como un molesto exponente revoloteando
un poco por encima de tu cabeza, recordándote que debes multiplicarte para
ampliar el producto. Somos números en una lista.
Vivimos en un sistema organizativo escalonado, de tipo
piramidal, donde como todos sabemos, los más, los de la base, se dedican a
hacer realidad los sueños de los menos, los de la cúspide; si bien existen
ciertos escalones virtuales, flotantes por así decirlo, invisibles a las leyes
y regulaciones, reservados para los compromisos y los amiguetes de los menos.
El caso es que a pesar de todo, este tipo de organización tiene muy buena
prensa, la mayoría de la gente esta segura de que para llegar a ser algo en la
vida hay que trepar en dirección a la cima y muchos se abren paso a codazos. No he dicho ser alguien sino algo porque obviamente
alguien somos ya desde que nacemos, por lo tanto lo que se pretende es ser algo
más, pero para ello hay que integrarse en la estructura, la misma estructura
que mantiene las cosas como son, que cohesiona los sillares de la pirámide, conformando
una especie de soporte ortopédico para
un sistema enfermizo, plagado de patologías crónicas. En general, se considera
que el jerárquico es el único sistema de organización valido, independientemente
de que línea de pensamiento se siga, dada la demostrada eficacia del miedo. Va
siendo hora de que escuchemos a los expertos, a los que estudian este asunto, a
los sociólogos, a los neurocientíficos,
ellos saben que el miedo puede o no ser útil en situaciones extremas puntuales
dependiendo del individuo, pero es siempre muy perjudicial sufrirlo durante
prolongados lapsos de tiempo ya sea para la estabilidad del individuo como de
la sociedad. La elite sabe esto, por eso juega con conceptos propios de un
modelo organizativo denominado “organización en red” de naturaleza celular no
competitiva, que en seguida se desnaturalizan por ser inadecuados dentro de un
orden jerárquico establecido, pero que quedan muy bien de cara a la galería, en
cualquier caso, para que no se nos vaya a ocurrir colaborar, los jerarcas inventaron
el “Tribunal de defensa de la competencia” un organismo con un marcado tinte
autoritario, suavizado recientemente con un nombre menos agresivo, mas elástico
“El Consejo de la comisión nacional de la competencia”
encargado únicamente de vigilar que la competencia exista. La
justificación habitual usada para dar crédito a la competitividad es el
abaratamiento de los costes, pero esto es una falacia, los costes no bajan y si
lo hacen es en detrimento de los derechos de las personas.
Hay un sálvese quien pueda corriendo por todas las esquinas,
callado y fugaz, que empuja a los expoliticos a integrarse en las empresas mas sólidas,
como asesores.
Los asesores al parecer son muy necesarios, son como esos guías
indios que contrataban los ejércitos coloniales para poder adentrarse en lo
desconocido con las intenciones que todos conocemos. Aparentemente los
expoliticos son unos expertos en esto y además las empresas actualmente parecen ignorar por completo el terreno que se
supone que deben dominar, porque el número de expoliticos famosos que devienen
en asesores es ingente y continua creciendo, aunque desaparezcan en seguida
bajo una tupida manta de silencio mediático.
Es todo tan humano…como lo ha sido siempre.
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