domingo, octubre 04, 2009

Impresiones de viajes VII




Durante cuarenta y seis años, Egipto disfrutó de una paz conseguida gracias al tratado con Hatti, un acuerdo historico que permitió a Hattusil III conjurar la amenaza asiria, si bien su hijo y sucesor, Tutaliya IV, aunque mantuvo la estabilidad en la zona, merced a la intensa actividad diplomatica que hubo de sostener con Salmanasar I, se vio obligado a combatir al sucesor de este, Tukulti-Ninurta, quien nada mas acceder al trono, lanzó una ofensiva hacia el norte, tomando la region de Subaru, al sur de Mittani, para establecerse ante el Eufrates, si bien evitando invadir los protectorados egipcios e hititas.

Asiria a lo largo de casi toda su existencia, unos mil trescientos años, hizo un uso intensivo del terror como forma de propaganda, un sistema que, por otra parte, no era de su uso exclusivo, muchos y muy celebres reyes egipcios, babilonios hititas etc. gustaban de jactarse públicamente de haber degollado, despedazado o decapitado gente si bien la ferocidad de los reyes asirios entonces era un tópico, una señal de identidad; Asurbanipal II puntualizará detalladamente en el seiscientos y pico:

Construí un pilar ante la puerta de la ciudad y desollé a los jefes que se habían rebelado contra mí, y mi señor Assur, colgando su piel sobre el pilar. Algunos de ellos los sepulté en el pilar, a otros los empalé en estacas sobre el pilar y a otros (también) los empalé en estacas alrededor del pilar. Desollé a muchos a lo largo de todo el país y colgué su piel sobre los muros...

Quemé a muchos de sus prisioneros. Capturé a muchos soldados vivos. A algunos les corté los brazos o las manos, a otros les corté la nariz, las orejas y las extremidades. Les saqué los ojos a muchos soldados. Hice un montón de seres vivientes y otro de cabezas. Colgué sus cabezas en los árboles, alrededor de la ciudad. Quemé a sus adolescentes, muchachos y muchachas...”

Ante la presion de Tukulti-Ninurta, Tutaliya IV envió en seguida un abultado ejercito contra los asirios, para apoyar a los hurritas de Subaru, aunque no sirvió de nada y 28.000 prisioneros hititas fueron deportados a Mesopotamia.

Ramses no hizo nada ni entonces, ni cuando inmediatamente después cayó Mittani y también permaneció impasible mientras Tukulti-Ninurta añadía a sus títulos el de rey de Babilonia, ciudad que fue incapaz de enfrentarse a sus antiguos vasallos, viéndose en la necesidad de aceptar el protectorado asirio. El propio Ramses II, quien tenía en su poder el ejército más poderoso del mundo, tuvo que reconocer la soberanía asiria en la zona si es que quería asegurar el tráfico comercial.

Ramses II, mientras tanto en realidad no se aburria en absoluto, tuvo doscientos hijos mas o menos y ademas estaba muy entretenido haciendo propaganda de si mismo a traves de monumentos y templos que esparció desde Nubia hasta el Delta y mas allá de las propias fronteras egipcias, hasta la saciedad, erigiendo y grabando su nombre por todas partes; incluso edificó su propia ciudad que, como nó, llevaba su nombre, Pi-Ramses (la ciudad de Ramses), sobre la antigua Avaris, la ciudad de los hicsos, abandonando Tebas y cconvirtiendola poca mas tarde en capital de Egipto.. El asentamiento de los gremios de artistas en Deir el Medineh fundado por Tutmosis I, creció en época de Ramses hasta convertirse en un pequeño poblado. Pero mas allá de las fronteras de Egipto, el mundo estaba cambiando sin que al parecer pudiera hacerse nada para evitarlo, así que Ramses se limitó a ir adaptándose en la medida de lo posible a las nuevas circunstancias que se presentaban y que acabarían desbordándole, aunque no fue hasta su muerte cuando comenzaría a notarse la decadencia financiera en el país. La raíz del problema que arrastró a Egipto nuevamente a una crisis fue por una parte, la política económica de la monarquía, la cual se apoyaba sobre todo en los tributos de las provincias, en los impuestos y en los porcentajes del comercio, mientras por otra parte, se fueron cediendo privilegios a los templos, dueños ya de ejercito propio, constituido por los prisioneros de guerra cedidos por la propia monarquía y señores además de la mayoría de las tierras cultivables, exentas de impuestos e inmunes a la autoridad del rey, ademas de los enormes gastos que acarreó al tesoro de la corona tanto despliegue de arenisca pulimentada.

Cuando los aqueos conquistaron Troya, ganando el acceso a las rutas comerciales del Mar Negro, pudo parecer que la expansión económica de los aqueos traería más riqueza a Egipto, pero inopinadamente gentes griegas del norte, los dorios, habían comenzado a infiltrarse en territorio micenico, asaltando algunas poblaciones, mientras los propios aqueos en ese momento justo ampliaban su influencia a las costas anatolias y sirias. La filtración pronto se convirtió en una autentica invasión, una riada que asoló por completo la región con la excepción del Ática ateniense. Es posible que la apertura de la ruta comercial del Mar Negro tras la destrucción de Troya, dejara sin oficio ni beneficio a los pueblos establecidos al norte del mundo micenico, entre los que se encontraban los dorios, quienes dominaban la ruta alternativa del norte, que usaba los ríos europeos para el comercio con la Colquide. Fuera como fuese, diferentes grupos humanos avanzaron sobre el sur de Grecia y Anatolia, alcanzando las islas del Egeo, empujando a las poblaciones autóctonas, los misios, lidios, frigios, carios y demás a huir en desbandada abandonando sus respectivas tierras, yendo a establecerse en distintas regiones de Libia, Palestina e Italia para darse en muchos casos a la piratería.

Las invasiones no alcanzaron directamente a Egipto pero arruinaron el entramado económico de la monarquía, privándola de los tributos de las provincias y de los impuestos al comercio al cesar la afluencia de barcos a sus puertos. Ramses, en los últimos tiempos, se vio en la necesidad de usurpar estatuas y monumentos de otros faraones como Amenofis III, ante la falta de mano de obra, sustituyendo los nombres originales por el suyo propio, grabando los bajorrelieves en la piedra con una profundidad tal que no permitiera a otros hacer lo que el mismo había hecho.

El hijo y sucesor de Ramses, Mineptah, si que tuvo que hacer frente a estos “pueblos del mar”, primero indirectamente, forzado a socorrer con trigo a los hititas que estaban siendo invadidos por diversos frentes, y mas tarde combatiendo a una coalición de libios, sardanos, aqueos, siculos, licios y etruscos, (entre estas gentes estaban los “mashauash” que habían venido asentándose pacíficamente en la frontera occidental e incluso en el propio Delta desde Ramses II y muchos de ellos eran contratados como mercenarios) quienes desde Libia, bajo la dirección de un tal Meriai habían invadido el Delta desde occidente y marchaban hacia Menfis arramblando con todo a su paso, mientras sincronizadamente, multitud de prisioneros extranjeros que trabajaban en las minas y canteras se sublevaban.

Mineptah se empleó a fondo con el heterogéneo ejercito de Meriai, destrozándolo, aunque a pesar de todo el general invasor consiguió huir de la carnicería dejando a sus espaldas diez mil bajas y otras tantos prisioneros que Mineptah entregó al servicio de los templos como esclavos. Con el fin de prevenir futuras revueltas, ordenaría la expulsión de los extranjeros asentados en territorio egipcio, (momento en el cual se suele enmarcar el éxodo judío) acto desafortunado que profundizaría la ruina económica de la monarquía y sobre todo de las clases mas desfavorecidas, que paulatinamente fueron descendiendo al escalafón mas bajo, el que ocupaban los extranjeros deportados, en la pirámide económica de la sociedad egipcia. Después de festejar convenientemente el éxito militar, el rey condujo sin dilacion al profesional ejercito de Ramses hacia las provincias orientales, reconquistando rápidamente Palestina (cuyo nombre se debe a los pelestiu o philisthim, los filisteos, uno de los pueblos del mar, de origen cretense según fuentes bíblicas).

A la muerte de Mineptah, la ruina de la monarquia se hace patente y el trono caerá durante muy breve tiempo en manos de un usurpador, un tal Amenmes de quien poco o nada se sabe, a quien sucederá al parecer la reina Tausert de estirpe ramesida y luego Mineptah-Siptah tras casarse con ella. Realmente desde la muerte de Mineptah, se habia abierto un periodo de autentico caos en el pais, del que sacaron partido los oligarcas y la nobleza del Sur: el clero de Amón, así Bakhenkhonsu, sumo sacerdote de Amón, a pesar de la crisis, manejaba suficiente capital como para permitirse restaurar el antiguo palacio de los grandes sacerdotes, que databa de la XII dinastía, a pesar de que en el resto del país todas las obras publicas habían sido abandonadas.

Desde Nubia, que se había mantenido al margen como virreinato, marcho a Tebas donde fue investido rey, Seti II, probablemente del linaje de Ramses, y al menos se propuso poner algo de orden, tarea que continuaría durante poco tiempo su hijo Ramses-Siptah, tras el cual el país se hunde definitivamente en el abismo, siendo desmembrado en latifundios y el pueblo llano arrastrado definitivamente a la semi-esclavitud. Así estaban las cosas cuando para colmo de males, un cananeo llamado Iarsu, se apodera del país y lo entrega a bandas de libios que se emplean en saquear y fomentar la inestabilidad y el terror.


El clero representaba la única autoridad real, aunque solo los templos mas importantes poseían ejércitos privados, que empleaban circunstancialmente en labores de policía y que eran eventualmente capaces asimismo de enfrentar a las bandas de libios. Sethnakht, de origen desconocido o quizás otro descendiente de Ramses, con el apoyo indispensable del clero, expulsó o redujo a la esclavitud a las bandas de libios y al propio usurpador Iarsu, atajó los abusos de los gobernadores y restauró la monarquía, fundando la XX dinastía, el año 1200 antes de la era actual. Sethnakht asoció pronto al trono a su hijo Ramses III, quien devolvería cierto esplendor a Egipto, merced a sus éxitos militares. Por tres veces evito la invasión del entramado de pueblos que se aglutinaba en la frontera libia, capturando decenas de miles de prisioneros, entre los que sin embargo, escogería aquellos que pasarían al servicio militar o a su guardia personal, ya que Ramses III, necesitaba proveerse de unos efectivos para su ejercito que el régimen de inmunidades de los templos le escamoteaba, tan solo la flota, algunas divisiones de arqueros y el alto estado mayor estaban constituidos por egipcios, las divisiones de carros y la infantería estaban integradas en su totalidad por extranjeros dirigidos por sus propios jefes.

En una maniobra conjunta, una gran flota de “los pueblos del mar” intentó forzar las bocas del Nilo al mismo tiempo que un enorme contingente intentaba entrar en el Delta por tierra, evidentemente no creyeron que Ramses pudiera manejar dos frentes a la vez, aunque se equivocaron y las paredes del esplendido palacio de Medinet Habu, detallan convenientemente la carnicería. Frente a un puerto sirio Ramses hundió el resto de la flota invasora, aunque a pesar de todas sus victorias, no pudo recuperar Palestina. Después de esto, se impuso una extraña paz producto del agotamiento generalizado de las grandes potencias, que se prolongaría por mas de ochenta años, durante los cuales nuevos estados verían la luz, mientras los antiguos languidecían o incluso desaparecerían como Ugarit, Amurru,Mittani o Hatti del que solo sobrevivieron las ciudades de Karkemish y Alepo.

Asiria, demasiado ocupada masacrando a los no menos sanguinarios arameos, que insistentemente asolaban sus fronteras , se encontraba ausente de la escena politica, al igual que Egipto, donde ninguno de los sucesivos Ramses fué capaz de arrebatar el protagonismo al clero de Amon, ni amortiguar el ocaso de la población, que llegó a rebelarse en numerosas ocasiones, incluso en la propia época de Ramses III. Por el contrario las ciudades fenicias aprovechando la desaparición de la navegación aquea y la independencia política de la que gozaron, llegaron a conocer un periodo de prosperidad que les permitiría proyectarse hacia el mediterráneo occidental, estableciendo nuevas rutas comerciales entre los siculos, los etruscos establecidos en Italia, llegando tan lejos como Tartessos . Los filisteos que habían arrebatado el imperio a Egipto, fundaron la Pentapolis (Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y Ecrón.) y también prosperaron aunque tropezaron a menudo con las tribus israelitas establecidas en Canaán desde tiempos de Josué, son los tiempos del Sansón bíblico.

Tras la muerte de Ramses III, fruto de una sórdida conspiración palaciega, un asunto de celos de su primera mujer por el tema de la sucesión, el esplendor de la monarquía de los Ramses IV, V, VI, VII, VIII, IX, X y XI, era una ficción, el poder estaba efectivamente en los príncipes oligarcas del Bajo Egipto y sobre todo en manos de los templos, el rey no era mas que el príncipe feudal con mas títulos. La pirámide económica se parecería mucho a una chincheta con la punta hacia arriba, por lo que la situación era estable, pero eventualmente peligrosa.

Estela de Israel (El triunfo de Mineptah)