martes, diciembre 30, 2008

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (1899-1986).


Borges, en su poema “el remordimiento” afirmaba:

“He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer, no he sido feliz.”

Entonces yo tenia dieciséis años y esas eran las palabras de un anciano, aun así, lo cierto es que creí entender a que se refería. En adelante mi vida podría resumirse como una sucesión de errores, (así mismo hablaba el de la suya propia), que me han conducido hasta este momento, desvaneciéndose en el transcurso cualquier otro posible ahora, resultado de oportunidades que perdí o de aquellas decisiones que no tomé y que podían haber dirigido mis pasos hasta un porvenir diferente, como senderos que se bifurcan y que se alejan hacia un destino insondable.

Asimismo me contagio el gusto por la etimología y la historia, y le debo quizás el interés con que me aplique en aquellos días a la asignatura de Latín, dedicación gracias a la cual conseguí un desconcertante sobresaliente en el examen final. No se como seria en los colegios de curas, pero en los institutos públicos el Latín era con diferencia la materia mas desprestigiada de todas, tachada de inútil, absurda y decadente, pesaba como una losa en el animo de la mayoría de los alumnos, por eso los que demostraban algún interés por esta asignatura maldita, eran unos majaras, que es como se decía entonces a los frikis.

Es una pena que el mundo que le tocó vivir no le perdonara su tibieza como hombre político, es probable que ese fuera su más grande error, desde luego, pero no se puede pretender que una persona que renegaba de la política, pudiera encarnar algo mas allá de un anarquismo pacifico, como el mismo califico alguna vez su actitud política. No debió aceptar aquel premio de la Academia Chilena en tiempos de Pinochet; porque ni las conferencias antirracistas ni su discurso manifiestamente antinacionalista, han podido borrar este hecho simple y complejo a la vez. A pesar de las muchas nominaciones jamás le dieron un Nobel que indudablemente mereció.


En sus relatos disfrutaba mezclando presente, pasado y futuro, aleándolos en una sólida forma más brillante que la mera realidad. Avido devorador de libros, soñaba que el paraíso era una biblioteca infinita. No odiar la mitología germánica en tiempos de Hitler le hizo seguramente sospechoso entre los que no le conocieron, (desafortunadamente yo tampoco). Vivió una época sin sentido, un mundo que no era el suyo. Durante La guerra de las Malvinas mantuvo una postura abiertamente Pro británica en medio de un ambiente caldeado por la junta militar argentina, actitud que nadie entendió.

A veces creo que no murió de viejo (aunque nunca lo imaginé siendo joven), que no se quedó ciego, me gusta pensar que en algún momento, atravesando la luna de un espejo cualquiera, se fue al otro lado, donde la biblioteca de Alejandria nunca desapareció, donde jamas nadie apiló libros para quemarlos, quizas a un laberinto de papel, fatigando un extenso jardín cuyos setos están confeccionados con innumerables tomos de sesudos autores como el.



History of the land called Uqbar.

Jorge Luis Borges