martes, noviembre 03, 2015

Arqueolinguistica.



La mitología, aunque es un camino muy trillado, es un terreno por el que hay que andar con pies de plomo y moverse con cuidado, es un estrecho desfiladero sembrado de dificultades que hoy en día, casi todos los investigadores descartan al primer vistazo. Muchos son los historiadores que se han perdido persiguiendo etimologías, escrutando topónimos y que han acabado despeñados en el fondo del abismo de las dataciones. Aun así, investigadores como Evans en el caso minoico o Schlieman con Troya, usando la mitología como herramienta, han podido rescatar del olvido mundos que se creían irrecuperables. Sin embargo hoy sabemos que para poder remontarse al mundo primigenio de la Arcadia antediluviana, van a hacer falta laboratorios oceanográficos y sondas submarinas para rastrear esos miles de años que resuenan con un eco difuso en la memoria escrita, en las pinturas rupestres y los crípticos jeroglíficos de Gobleki tepe.

Desde que allá por 1998 se presentaran las primeras evidencias geológicas, hasta que el cazatesoros americano, Robert Ballard se decidiera a echar un vistazo por allí poco después, la teoría de la inundación del Mar Negro está muy abandonada, cosa que no me explico.  Según los geólogos William Ryan y Walter Pitman, hacia el 5500BC el Mar Negro dejo de ser un vasto lago de agua dulce, para convertirse en el mar que conocemos hoy. El  incremento en el nivel del agua debió ser de unos 400 metros sobre el nivel del antiguo lago y sucedió aparentemente en un lapso de tiempo relativamente corto, más o menos un mes según los geólogos. El caso es que a partir de un cierto nivel, no hay oxigeno en el agua y sí mucho H2S que es sumamente toxico, derivado del metano que borbotea constantemente desde el suelo marino, lo cual aparte de sus evidentes inconvenientes presenta alguna ventaja arqueológica, puesto que todo ese mundo desaparecido y todo cuanto ha llegado al fondo desde entonces, hablamos de decenas de miles de barcos,  puede encontrarse todavía intacto, bajo la capa de limo, ya que se ha comprobado que al no haber oxígeno, los microorganismos que normalmente desmenuzan las evidencias del pasado en cualquier otro mar, aquí no tienen ninguna posibilidad. En todo esto, que son datos reales, se quiso ver la intención de justificar relatos bíblicos, como el del diluvio de Noé, lo cual en su momento, convirtió el descubrimiento en un circo mediático que al final acabó desacreditando el hallazgo, motivo por el cual todavía hay investigadores de diversos campos que se preguntan dónde están los restos de las culturas europeas, de las arcanas civilizaciones que mencionan las leyendas grecolatinas.

Al margen de todo esto, yo creo que la mayoría de las lenguas del paleolítico pertenecían al grupo de lenguas denominadas aglutinantes: las gentes que pasaron de Bering al continente americano las hablaban y el euskera al otro extremo del continente euroasiático lo es, el chino, el mongol, el turco…Me viene a la cabeza el mito bíblico que reza “en un principio todos los pueblos hablaban una misma lengua….”, pero mejor no seguir por ahí, ¿no?
 A pesar de todo parece evidente que la antigüedad del resto de lenguas, las flexivas, debe ser la misma y el único argumento que se me antoja posible, que justifique esta diferenciación lingüística, es el aislamiento, y la cuenca del primitivo “Lago Negro” debía cumplir ese requisito: cerrada entre la meseta Anatólica y los hielos del Norte, el delta del Danubio y las nieves del Cáucaso a un lado y otro. Esta es mi teoría: la dispersión de las lenguas indoeuropeas sencillamente pudo ser fruto de la diáspora de las gentes que habitaron la cuenca que ahora ocupa el Mar Negro.

Afirma Herodoto en su libro primero que los atenienses se tenían por Pelasgos, es decir no indoeuropeos, que con la llegada de los dorios (desde el Danubio quizás, el texto usa el verbo griego “bajar”) adoptaron la lengua de aquellos, aunque es más probable que la asimilación empezara durante el  imperio de Micenas. Pero ¿Que hostias hicieron los proto-dorios durante más de dos mil años antes de eso?  Ese es el abismo de las dataciones.


En la imagen la flecha verde indica el nuevo supuesto lugar de origen y el aspa pretende rebatir el sentido de la dispersión de la rama sobre la que se encuentra.